miércoles, 19 de marzo de 2008

Economía Política:EL pensamiento ünico Dirigido

Economía Política:

EL PENSAMIENTO ÚNICO DIRIGIDO

Por: Ramiro Pinzon Asela*

La globalización neoliberal, al pretender desplazar los Estados Nacionales y por ende imponer un nuevo tipo de sociedad de mercado con su propia racionalidad instrumental, para colonizar al ser humano, utilizando los medios de comunicación y con ello imponer el pensamiento único no ha logrado los objetivos.

Por ello, cuando se afirma que el poder Económico al imponer la sociedad de mercado, su mano invisible corrige las asperezas y disfunciones del capitalismo, donde el sistema financiero, cuyos signos orientan y determinan el movimiento general de la economía , la competencia y la competitividad estimulan y dinamizan a las empresas llevándolas a una permanente y benéfica modernización , al igual que el libre intercambio sin limites , factor de desarrollo interrumpido del comercio, generando un mejoramiento a los integrantes de la sociedad .

Además, con la mundialización, tanto de la producción manufacturera como de los flujos financieros, la división internacionalización del trabajo que modera las reinvidicaciones sindicales y abarata los costes salariales, la moneda fuerte factor de estabilización, la desreglamentaciòn, privatización, liberación, Estado Mínimo solo un facilitador e indiferencia con respecto al costo ecològico e incremento de impuestos; pretende la construcción de un mundo feliz, que genere una fabulosa riqueza y con ello ganar la guerra a lo público, liberarse totalmente de los gobiernos y actúar a su gusto en el espacio cibernético de la geografía financiera, es el nuevo territorio del cual depende la gran parte del mundo, sin contrato social, sin sanciones, sin leyes a excepción de aquellas que los protagonistas fijan arbitrariamente para su mayor provecho, se crea un nuevo derecho el reflexivo que no irrite el libre mercado, junto con los medios de comunicación con función especifica de dirigir, manipular y vigilar el mundo del ser humano e imponer un pensamiento único.



Sin embargo, las consecuencias han sido funestas para nuestros pueblos, la imposición del pensamiento único dirigida por los medios de comunicación, no pueden detener el incremento de los excluidos dentro de las categorías consumidores e excluidos, las estadísticas arrojan: 17.4 millones de desempleados europeos, 2) desastre urbano,3) la precarización general; 4) los suburbios a punto de estallar; 5) saqueo ecològico; 6) el retorno de a los racismos;7) incremento de marginados

Los últimos acontecimientos, que el mundo está experimentando presiona a cambios estructurales; la vertiginosa decadencia de Estados Unidos, el fin del papel que tenía el dólar como divisa de reserva para el mundo imposibilitando continuar con una política de superendeudamiento del gobierno y de sus consumidores; derrota en las guerras que ha provocado financiadas mediante una expansión de préstamos con la venta de bonos del Tesoro a quienes controlan las existencias mundiales de energía y las instalaciones de producción a bajo costo; son factores en detrimento de la imposición de un mundo unipolar para entrar a compartir sus decisiones con la Unión Europea, Rusia, India y Brasil, de ahí la presión para que los países firmen los TLC, sembrar cizañas entre los pueblos, para dominar los mercados, con el fin de evitar el incremento de los movimientos sociales latinoamericanos, que han surgido de regreso a la adquisición estatal de las empresas y el retorno a políticas redistributivas enfocadas al bienestar social, bajo la tesis del Socialismo del Siglo XXI, cuyo fundamento central es colocar al ser humano como núcleo de toda la sociedad y la construcción de un mundo solidario, justo, multipolar con la bandera que otro universo si es posible y necesario; momento histórico cuyo objetivo es construir un futuro a las nuevas generaciones.

El Autor; especialista en Filosofía Política Universidad de Antioquia-Uis



jueves, 15 de noviembre de 2007


ESTE ES EL CAMINO QUE HEMOS ELEGIDO

Reflexiones de un joven sobre la elección de profesión

Escrito entre el 10 y el 16 de agosto de 1835Publicado por primera vez en el Archiv für Geschichtedes Sozialismus und der Arbeiterbewegung, 1925Fuente: MECW volumen ITraducción del inglés: Isabel Blanco
La naturaleza ha determinado la esfera de actividad en la que debe moverse todo animal, y éste se mueve apaciblemente en ella, sin intentar sobrepasar sus límites, sin intentar siquiera echar un rápido vistazo más allá. También al hombre en general la Divinidad le ha dado un fin, el de ennoblecer a la humanidad y a sí mismo, pero le permite buscar por sí solo los medios mediante los cuales realizar este fin; le deja elegir la posición en la sociedad más adecuada para él, desde la cual podrá más fácilmente elevarse a sí mismo y a la sociedad.
Esta capacidad de elección es un gran privilegio para el hombre sobre el resto de la creación, pero al mismo tiempo es una decisión que pude destruir toda su vida, frustrar sus planes y hacerle infeliz. Recapacitar seriamente sobre esta elección es, por tanto, el primer deber de un joven que comienza su carrera y no quiere dejar sus asuntos más importantes al arbitrio de la suerte.
Todo el mundo tiene un objetivo en perspectiva que, al menos para él, parece sumamente importante, y así es de hecho si la más profunda de las convicciones, la voz más íntima del propio corazón así lo declara, porque la Divinidad jamás deja a un hombre mortal por completo solo y sin guía; él habla en voz baja, pero certera.
Pero esta voz puede fácilmente ahogarse, y lo que tomamos por inspiración puede ser el producto de un instante que otro instante puede quizá destruir. Nuestra imaginación, quizá, echa a volar, nuestras emociones nos alteran, vemos fantasmas ante nuestros ojos, y nos lanzamos de cabeza hacia lo que el impetuoso instinto nos sugiere, imaginando que la Deidad misma nos lo señala. Y lo que ardientemente abrazamos pronto nos repele y vemos toda nuestra existencia en ruinas.
Por eso debemos examinar seriamente si estuvimos realmente inspirados en nuestra elección de profesión, si nuestra voz interior lo aprueba, o si esta inspiración es una ilusión, y lo que creemos la llamada de la Deidad no era más que autoengaño. Pero, ¿cómo podemos reconocer algo sino rastreando la fuente de la inspiración misma?
Aquello que es grande brilla, su brillo incita a la ambición, y la ambición puede fácilmente producir la inspiración o lo que creemos inspiración; la razón es incapaz de reprimir al hombre tentado por el demonio de la ambición, que se lanzará de cabeza sobre aquello que el impetuoso instinto le sugiere: ya no es él quien elige su posición en la vida, en lugar de ello se ve determinado por la suerte y la ilusión.
Tampoco estamos llamados a adoptar la posición que nos ofrece las más brillantes oportunidades; no es ésa la que, durante la larga serie de años en que quizá tengamos que mantenerla, jamás nos canse, jamás nos desaliente, jamás nos haga perder el entusiasmo, viendo pronto nuestros deseos insatisfechos, nuestras ideas sin realizar, clamando contra la Deidad y maldiciendo a la humanidad.
Pero no sólo la ambición puede despertar un entusiasmo repentino por una profesión determinada; quizá nuestra imaginación pueda embellecerla, y embellecerla de tal manera que nos parezca lo mejor que la vida puede ofrecernos. No la hemos analizado en detalle, no hemos considerado toda la carga que implica, la gran responsabilidad que nos impone; la hemos visto sólo desde la distancia, y la distancia engaña.
Nuestra propia razón no puede ser buena consejera aquí; porque no está sustentada ni por la experiencia ni por una profunda observación, sino que se ve engañada por la emoción y cegada por la fantasía. ¿Hacia quién volver entonces nuestros ojos? ¿Quién nos apoyará allí donde nuestra razón nos abandona?
Nuestros padres, que ya han recorrido el camino de la vida y han experimentado la severidad del destino –nos lo dice nuestro corazón.
Pero si aún así nuestro entusiasmo persiste, si continuamos amando una profesión y creyéndonos llamados a ella después de examinarlo a sangre fría, después de conocer sus cargas y tomar conciencia de sus dificultades, entonces debemos adoptarla, entonces ni nuestro entusiasmo nos engaña ni nuestra precipitación nos desvía.
No siempre, sin embargo, podemos alcanzar la posición a la que nos creemos llamados; nuestras relaciones en la sociedad están ya fijadas hasta cierto punto antes de que podamos influir en ellas.
Nuestra constitución física misma es a menudo un obstáculo amenazador, y no motivo de burla.
Es cierto que podemos sobreponernos a ella, pero entonces nuestra caída será tanto más rápida, porque estamos arriesgándonos a construir sobre ruinas, y toda nuestra vida será una desgraciada lucha entre el cuerpo y la mente. Porque aquél que es incapaz de reconciliarse con las advertencias que reconoce en sí mismo, ¿cómo puede resistir el tempestuoso estrés de la vida, cómo puede actuar con calma? Y sólo desde la calma pueden las acciones fructificar; es la única tierra en la que los frutos se desarrollan correctamente.
Aunque no podamos trabajar felizmente durante mucho tiempo con una constitución física inadecuada para nuestra profesión, sin embargo surgirá continuamente la idea de sacrificar nuestro bienestar al deber, de actuar vigorosamente aunque nos destrocemos. Pero si hemos elegido una profesión para la que no tenemos talento jamás podremos ejercerla bien, y pronto nos daremos cuenta con vergüenza de nuestra incapacidad y nos diremos que somos unos inútiles, que somos incapaces de satisfacer nuestra vocación. Entonces, la consecuencia más natural es el auto-desprecio, ¿y qué sentimiento es más doloroso y más difícil de compensar a pesar de todo lo que el mundo exterior pueda ofrecernos? El auto-desprecio es como una serpiente que mordisquea nuestro pecho, absorbiéndonos la sangre del corazón y mezclándola con el veneno de la misantropía y la desesperación.
La ilusión acerca de nuestros propios talentos para una profesión que hemos examinado de cerca es un error que se vengará sobre nosotros mismos, y aunque no conozcamos la censura del mundo exterior, nos producirá un dolor en nuestro corazón más terrible que el que podría inflingirnos esta censura.
Si hemos considerado todo esto, y si nuestras condiciones de vida nos permiten elegir cualquier profesión que queramos, podemos adoptar aquélla que nos asegure el mayor bien, un bien basado en ideas de cuya verdad estemos por completo convencidos, que nos ofrezca el abanico más amplio desde el que trabajar para la humanidad, y que nos permita acercarnos verdaderamente al propósito general para el que toda profesión no es más que un medio –la perfección.
Bien es aquello que más eleva a un hombre, aquello que imprime la más alta nobleza a sus acciones y a sus empresas, aquello que lo hace invulnerable, admirado por la multitud y elevado por encima de ella.
Pero el bien sólo puede garantizarlo una profesión en la cual no seamos herramientas serviles, una profesión en la que actuemos independientemente dentro de nuestra esfera. Sólo puede garantizarlo una profesión que no exija actos reprensibles, incluso aunque sean reprensibles sólo en apariencia, una profesión que los mejores puedan ejercer con noble orgullo. Una profesión que garantice esto en su más alto nivel no siempre es la más elevada, pero sí es siempre preferible.
Pero igual que una profesión que no nos garantiza el bien nos degrada, una profesión basada en ideas que más tarde reconocemos como falsas nos hará sucumbir bajo su carga.
Y en ese caso no nos queda otro recurso que el auto-desprecio, ¡y qué desesperada salvación la del autoengaño!
Aquellas profesiones no implicadas de lleno en la vida, sino relacionadas con ideas abstractas, son las más peligrosas para los jóvenes cuyos principios y convicciones no son aún firmes, fuertes e indestructibles. Al mismo tiempo, esas profesiones pueden parecer las más exaltadas si sus raíces se hunden profundamente en nuestros corazones y si somos capaces de sacrificar nuestras vidas y empresas por las ideas que prevalecen en ellas.
Pueden proporcionar la felicidad al hombre que tenga vocación para ellas, pero también pueden destruir a quien las adopta apresuradamente, sin reflexionar, cediendo al impulso del momento.
Por otra parte, la alta consideración de las ideas sobre las cuales se apoya nuestra profesión nos proporciona una posición elevada en la sociedad, enalteciendo nuestro propio valor e imprimiendo seguridad a nuestras acciones.
Aquél que elige una profesión que valora altamente temerá la idea de no servir para ella; actuará noblemente aunque sólo sea porque su posición en la sociedad es una posición noble.
Pero la principal guía que debe dirigirnos en la elección de profesión es el bienestar de la sociedad y nuestra propia perfección. No debe pensarse que estos dos intereses puedan entrar en conflicto, que uno pueda destruir al otro; por el contrario, la naturaleza humana está constituida de tal modo, que sólo podemos atender a nuestra propia perfección trabajando por la perfección y el bien de los demás.
Si se trabaja sólo para uno mismo, es posible convertirse en un hombre de fama, en un gran sabio, un excelente poeta, pero jamás en un verdadero gran hombre.
La historia llama grandes hombres a aquellos que se ennoblecen a sí mismos trabajando por el bien común; la experiencia aclama como a los hombres más felices a aquéllos que hacen felices a un mayor número de personas; la religión misma nos enseña que el ser ideal al que todos luchan por imitar se sacrificó a sí mismo por el bien de la humanidad, ¿y quién se atrevería a despreciar tales juicios?
Si hemos elegido la posición en la vida en la que ante todo podemos ayudar a la humanidad, ninguna carga podrá aplastarnos, porque los sacrificios serán en beneficio de todos; no experimentaremos una felicidad egoísta, limitada y estrecha, sino que nuestra felicidad pertenecerá a millones de personas, nuestros actos permanecerán sosegada y perpetuamente vivos, y sobre nuestras cenizas caerán las cálidas lágrimas de las personas nobles.

jueves, 27 de septiembre de 2007

DEL HOMBRE: EL THYMOS Y SU CARÁCTER DE SER RACIONAL

DEL HOMBRE: EL THYMOS Y SU CARÁCTER DE SER RACIONAL
Actitud frente a los bienes públicos*

Camilo Castro Rodríguez**

“Luego, en general, todo lo que sirve para el sostenimiento del cuerpo participa menos de la verdad y de la existencia, que lo que sirve para el sostenimiento del alma”
Sócrates.

Resumen.
He de presentar en este documento algunas apreciaciones que tienen como finalidad justificar la conveniencia de incluir en los análisis de la teoría económica que explican el comportamiento del agente económico racional frente a los bienes públicos, los elementos teóricos que giran entorno al concepto del thymos, a través de concepciones de dos economistas modernos, analizadas separadamente.

1. Introducción:

En el estudio de la Economía, el propósito sus teorías, ciertamente, pueden tener dos finalidades: uno es de carácter normativo, en el cual las conjeturas planteadas argumentan elementos que pueden “mejorar” los comportamientos de los fenómenos económicos poniendo como prioridad componentes como el bienestar, la eficiencia, la equidad, etc. Por otro lado, el propósito de tal estudio se limita a entender los fenómenos tales y como son. Y digo se limita, porque las apreciaciones de carácter normativo, sin duda, requiere de concepciones profundas, por lo menos, de tipo ético, cuestiones que siempre resulta difíciles llevar a la objetividad y con facilidad llevan a la perturbación; mientras que lo positivo, permite descansar en la paciencia necesaria para contemplar las cosas, repito, tal y como son. Considerado esto, las apreciaciones aquí contenidas, se limitan a cuestiones positivas del asunto a tratar.
De igual manera, conviene tener en cuenta que en la teoría económica tradicional se le ha dado ecuménicamente el carácter de racional al hombre, para explicar su comportamiento. Sin embargo, por otro lado, también es natural que el comportamiento del ser humano obedezca a lo que Platón apuntó como Thymos , cuestión que difícilmente se encuentra en la teoría económica y que al igual que el carácter de ser racional, no se encuentra además de en el hombre, en ningún otro animal. Pecara mi ignorancia por desconocer alguna posición semejante, pero si llegase a encontrarla, estaré dispuesto, como Sócrates, “a la pena que merecen los ignorantes, es decir, a aprender de los que son más hábiles”, mientras tanto, me tomo el atrevimiento de exponer estas apreciaciones.
Para la exposición de estas apreciaciones, parto de breves pero muy rigurosos planteamientos teóricos de los profesores Olson y Simon, autoridades de la teoría económica moderna, los cuales han tratado la cuestión de los bienes públicos; junto a, algunas concepciones generalizadas sobre el concepto del thymos. Antes de las consideraciones finales, plantearé cuestiones sobre algunas observaciones que podrían sostener la conveniencia de incluir en la teoría económica, ideas sobre la parte Thymotica del hombre, entrelazando algunas concepciones de la teoría económica, sin alejarme de la preocupación central: la actitud del hombre frente a los bienes públicos.

2. Acercamiento entre el Thymos y los bienes públicos

En el devenir del tiempo en el que como un proceso consecutivo, evoluciona el conocimiento, una de las principales preocupaciones en el transcurrir del pensamiento económico ha sido entender lo que ocurre en el sector público. Cuando la pretensión es abordar estos fenómenos a partir del comportamiento individual de los agentes económicos, el supuesto de “racionalidad” depende de otras cualidades propias de la naturaleza humana . En ese sentido, considerar el carácter de racional como único y/ó principal determinante del comportamiento humano, puede llevar el resultado de la observación a una limitación de la explicación de tales fenómenos, cuando la interacción con sus semejantes y el contexto social en el que viven los entes económicos son siempre influyentes.

Apreciaciones entorno al Thymos.

Una de las consideraciones sobre la naturaleza humana que se han dejado por fuera del análisis de los fenómenos económicos, es esa cualidad intrínseca y siempre evidente del hombre, aquello que Platón apuntaba como Thymos, una cuestión que a través de los tiempos ha sido siempre considerada. Entre los autores que han tratado cuestiones semejantes al tema del thymos podemos contar a Maquiavelo, quien se refería al “deseo humano de gloria”; a Hobbes, quien hablaba de “orgullo” ó “vanagloria”; Rousseau lo definía como “amour propre”; Alexander Hamilton de “amor a la fama”; James Madison de “ambición”, Hegel de “reconocimiento”; Nietzsche decía que era un sentir propio de “la bestia con mejillas rosadas”.
El thymos, una palabra griega que se puede traducir como espiritualidad, es según Fukuyama, el primer análisis riguroso sobre el deseo de reconocimiento. En La República, Sócrates en una conversación con Galucón y Adimanto expone que hay tres partes del alma: dos de ellas tratan sobre los deseos del hombre, la tercera sobre la razón. La necesidad de mencionar dos dedicadas al deseo es porque hay uno de ellos que es distinto de los demás, que al igual que la razón, como ya había mencionado, sólo es posible hallarlo en el hombre, a esta parte Sócrates la llamó thymos.
Fukuyama arguye que el thymos se puede traducir como “un sentido innato de la justicia” , pues cada ser humano establece una valoración propia, lo que en lenguaje moderno podemos llamar “autoestima”. Considera “justo” que se le valore tal como él lo hace. El thymos explica, según Fukuyama, emociones como: el orgullo, cuando se nos valora conforme a nuestra autoestima; la vergüenza, cuando nos percatamos que las demás personas se dan cuenta que no actuamos conforme a nuestra autoestima; y la indignación, cuando se nos valora menos que lo que nos valoramos a nosotros mismos. El thymos es la parte del alma del que se deriva el deseo de ser reconocido, dos conceptos muy distintos:

“El thymos, tal como aparece en La República […] es la sede psicológica de todas las virtudes nobles, como la generosidad, idealismo, la moralidad, el espíritu de sacrificio, el valor y la honorabilidad” […] “El deseo de reconocimiento surgido del thymos es un fenómeno profundamente paradójico, porque el segundo es la sede psicológica de la justicia y la generosidad al mismo tiempo que está estrechamente relacionado con el egoísmo. El yo <> pide reconocimiento de su propio sentido del valor de las cosas, tanto de él como de otros. El deseo de reconocimiento sigue siendo una forma de afirmación de sí mismo, una proyección de los propios valores al mundo exterior […] No hay garantía de que el sentido de justicia del yo <> corresponderá al de otras personas […] La naturaleza auto afirmativa del thymos conduce a la confusión, muy común, del thymos y el deseo. De hecho, la autoafirmación que surge del thymos y el egoísmo del deseo son fenómenos muy distintos” .

Introducir aquí la diferenciación del thymos con el deseo de reconocimiento, es necesario porque ambos conceptos están estrechamente relacionados, y es preciso aceptar que son dos conceptos diferentes.
El deseo de reconocimiento no es algo material, como el de beber ó comer, sino que es ideal. Pero a diferencia de comer ó beber, este es un deseo que no representa, por lo menos intrínsecamente, ninguna utilidad -al menos en términos físicos-. Consideremos pues el caso de una negociación de salarios, sin duda, el obrero pedirá al empresario que eleve su salario lo más alto posible, para saciar sus necesidades; sin embargo, una parte de su deseo, se explica por el que se “le reconozca” en función de su valor como persona con dignidad y que merece respeto.
Así, en la negociación de su salario el obrero tiene dos motivos a la hora de hacerlo: su preocupación de sostener a su familia y cubrir sus necesidades básicas; y por otro lado, creer que es justo y necesario que se le trate como ser humano, cuando se ha dicho que todos son libres, que todos son iguales; al menos así se concibe la relación entre los hombres en la mayoría de las democracias modernas .
Entonces, su salario dependerá de estos dos motivos, y en este caso, parece que su parte thymotica, le puede dar un salario más alto. No es lo mismo llegar a pedir un empleo y decir “págueme usted lo que quiera, lo que crea que es suficiente para el sostenimiento de mi familia” (Como pensar en la fijación de salario del proletariado de Marx, ó como pensar en el salario mínimo, ó como cuando se justifica que los salarios dependen del nivel de precios, etc.), que entrar a la misma sala con la frente en alto y decir “soy un hombre y como tal merezco respeto, yo merezco un salario digno” . Así, el impulso y la disposición del segundo caso, es posible, que haya logrado un salario más alto, lo que se traduciría en un nivel más alto de utilidad (¿ó Bienestar?). Pero no podemos decir que la parte thymotica del hombre genera alguna utilidad, pues el deseo intrínseco de ser reconocido se satisface en el momento que se recibe el salario, más no en el momento en que se consume lo que se ha conseguido con este. Como se ha dicho, el deseo de reconocimiento no es material, es ideal.
Podemos así encontrar explicación a muchos fenómenos sociales, por ejemplo, los movimientos feministas, las protestas en contra de las diferencias raciales, las exposiciones llamativas sobre la afirmación de la fe, etc. Se suele considerar que estos no son problemas propios de la economía, más sin embargo ¡suelen producir profundos cambios en ella!, ¿Acaso la llamada revolución femenina no puso en aprietos el mercado laboral, ante la voluntad de las mujeres a salir a buscar empleos y su exigencia por salarios iguales al de los hombres?, ¿Acaso el respeto por la pluralidad de las razas, de las negritudes, de las minorías indígenas, no provocó la abolición de la esclavitud transformando todo el sistema productivo, y en lo que respecta a los indígenas, no les ha dado representatividad también en las decisiones políticas que todo los días provocan efectos en las económicas?, ¿Acaso la fe, no ha querido ser explicada por los economistas?
Volveré más adelante a considerar otras cuestiones sobre el thymos, pero con esos elementos, es momento de adentrar en la posición de dos autores que tratan el comportamiento del hombre frente a los bienes públicos, ellos son: Olson y Simon. Trataré de entrelazar discusiones ya planteadas sobre el thymos, encontrando en uno de los autores un acercamiento a esta idea.
Lo hago a través de dos documentos (uno de cada autor), que se refieren a los bienes públicos y planteamientos que arguyen a alternativas de solución frente al comportamiento del ser humano ante los mismos; muestro que hablar del thymós resulta, quizá, interesante. Contemplándolos separadamente, creo, en el primero no hay nada thymótico, en el segundo hay algo de ello.

Thymos, teoría económica y bienes públicos.

* En “La lógica de la acción colectiva”, Mancur Olson pone de manifiesto que sus argumentaciones allí contenidas parten de la que el llama una “paradoja”, que se puede resumir como la creencia en que cada grupo de personas, al tener un interés en común, todos sus integrantes irán en busca de tal interés. Para que la paradoja sea completa, se acepta que los individuos al saber que el beneficio se distribuye igual entre todos, preferirán no hacer nada, esperando a que otros lo hagan; esto, sí y solo sí, los grupos están compuestos de individuos racionales . La situación se hace más evidente a media que el grupo es más grande, pues el aporte de cada individuo en la búsqueda del bien colectivo será cada vez menor, a pesar de que recibirá igual beneficio si este se consigue. Según el autor, esta paradoja es evidente en el sistema de la explicación marxista:

“La forma más típica de esta creencia [la primera parte de la paradoja…] está encamada, por supuesto, en la afirmación de Marx según la cual en las sociedades capitalistas la clase burguesa hace que el gobierno sirva a los intereses propios de ella. Una vez que la explotación del proletariado ha llegado hasta determinado nivel, y ha desaparecido la “falsa conciencia”, la clase obrera se rebelará en su propio beneficio y establecerá una dictadura del proletariado” […] “Si examinamos con cuidado la lógica de la frecuente suposición que se recoge en el párrafo anterior, cabe apreciar que es básica e indiscutiblemente errónea” .

Para Olson los bienes públicos llegan a todos en iguales proporciones (¡toda una verdad empírica!) y por tanto, lo más racional es mantenerse pasivo. Señala mecanismos que podrían evitar esta aversión por el interés general, como lo son los “incentivos selectivos”, que por mi aversión a lo “normativo”, aquí no expongo.
Tanto la revolución rusa como la china son ejemplos empíricos de socialismo marxista, y a pesar de que una de las preocupaciones de Olson es el problema que implica guiar los grupos numerosos hacia la búsqueda del interés general, ¿No son acaso estos dos, de los países más poblados del mundo?
En la discusión sobre la desaparición de la “falsa conciencia” del proletariado, Olson no ha tenido en cuenta el carácter thymótico del proletariado de Marx . En el Socialismo científico, la “falsa conciencia” no era consecuencia de una situación particular y subjetiva de los individuos, al igual que la necesidad de la objetividad de la desaparición de la misma para instaurar el Estado comandado por el proletariado, el carácter de la “falsa conciencia” era generalizado.
En el sistema marxista, dado al Materialismo Histórico, la revolución proletaria se desarrollaría con el desenvolvimiento del sistema capitalista; teniendo en cuenta que los hombres están políticamente organizados, la evolución del sistema productivo llevaría a la reducción de la burguesía y al levantamiento en masa del proletariado (que es numeroso) contra ellos, en búsqueda de un nuevo orden que defendiese la libertad y la igualdad entre los hombres.
Ejemplo de esto es la Revolución Rusa de 1917 en la que como consecuencia de la peregrinación de Marx hacia Rusia a través de Lenin, el zarismo fue abolido por la voluntad del pueblo. El radicalismo del bolchevismo que derivó del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR), fue más seguido que el menchevismo que admitía cualquiera que simpatizara en general con los objetivos del partido, sin tener en cuenta su participación activa . Surge la pregunta pertinente: en una situación difícil en la que un pueblo es guiado por un hombre autocrático pero débil, y donde las condiciones económicas y la equidad eran fuertemente azotadas, en una sociedad donde el discurso socialista, que infunde el valor a la equidad y el respeto a ella empezó a irrigarse, ¿por qué no pertenecer a un grupo que es flexible, en el que no me exigirán nada, en el que ni siquiera importe si mi participación es activa o no, a cambio que uno que exige comprometerse?
Al parecer, aquí no existieron incentivos selectivos, además, ambos fragmentos del POSDR ofrecían las mismas condiciones a sus seguidores. Si atendemos a “La lógica de la acción colectiva” de Olson, sería más preciso aceptar que la mayoría debió haber hecho parte del menchevismo y no del bolchevismo, pues en el primero el compromiso con el interés general era voluntario, en el segundo necesario, a pesar de que en ambas partes, el propósito era simplemente el mismo. ¿No sería racional, en el sentido de la “lógica” de Olson, seguir un movimiento que no me comprometa con mayor rigurosidad con el propósito general ?
Podemos creer, siguiendo la “lógica”, se prefirió el bolchevismo porque cada individuo suponía que los demás estaban dispuestos a comprometerse, cosa que no harían en el menchevismo, y así cada uno no haría nada. Pero no fue así, la revolución no hubiese sido posible sin la participación de cada uno de ellos. La aversión al interés general, ¡sin existir en esos tiempos mecanismos de rigurosa vigilancia!, fue insignificante en la revolución rusa.
Si dejamos la explicación al thymos, hallo conveniente mencionar un término de él desdeñado, y es la isothymia, que no es más que una forma del thymos. Puesta en términos de reconocimiento, se traduce en el deseo de ser reconocido como un igual entre los demás. El Socialismo contempla la igualdad entre los hombres, donde la equidad, como reconoce Víctor Hugo, es su manifestación primera. La mayoría de los rusos de principios del siglo XX querían ser iguales, y como sucede con los extremistas islámicos que están dispuestos a entregar su vida por la tierra, porque para ellos la tierra lo es todo , en Rusia, ¡hasta a las mujeres de la época! se les dispuso para tal fin: Igualdad política y equidad económica.

* Por otro lado, soy del parecer del profesor Herbert Simon al aceptar en “Los procesos racionales en las cuestiones sociales”, que la mayoría de creencias y valores proliferan no en función del carácter racional que les compete, sino del grado de credibilidad y legitimidad que adquieren en determinados círculos sociales. Este es un evidente ejemplo del thymos del tipo iso. El ser humano, social por naturaleza, puede preferir precios más bajos haciendo caso a su carácter racional, sin embargo, no estará dispuesto a comprar Jeans baratos si sus compañeros de trabajo se revisan recíprocamente las marquillas .
En ocasiones, la aceptación de creencias y valores en la sociedad llevan a los hombres a desarrollar la megalothymia, aquella forma del thymos en la que el ser humano quiere ser reconocido como un ser superior. Cuando el propósito de los alemanes de los años veintes, treintas y cuarentas, era recuperar la dignidad pérdida en la Primera Guerra Mundial, colectivamente, el nacionalsocialismo fue capaz de elevar los espíritus de casi toda Alemania, hasta generalizar la idea de que existían otras razas inferiores.
El ensayo de Simon comprende dos partes: la primera, “Los límites de la racionalidad institucional”, de la cual ligeramente ya me he referido; y la segunda, “El fortalecimiento de la racionalidad institucional”. Al iniciar este documento, admití mi intención de sólo preocuparme por las cuestiones positivas, es por esto, que me abstengo a hacer referencia sobre el carácter de la segunda parte que contiene cuestiones normativas.
En la primera parte, el autor admite, en sus ideas sobre “racionalidad limitada”, que las instituciones permiten actuar de cierta manera “inteligente” al ente económico, dada su estrecha capacidad mental. En cuanto a las cuestiones políticas, pertinentes para hacer la observación sobre los bienes públicos, dada tal capacidad limitada de racionar, también se incluye la no capacidad total para procesar toda la información posible. En ese sentido, en las cuestiones políticas, los individuos ó, se dedican a cambiar sus preocupaciones generales según el ambiente, ó mantienen constantes la fijación en una preocupación precisa. Es esto ó es aquello, pero no es posible considerarlas todas.
Simon identifica que la causa de este problema es la necesidad de las instituciones políticas de resolver las necesidades de la sociedad de manera simultánea. Un segundo problema de las instituciones es su incapacidad de manejar las diferencias de los valores que es posible entre los individuos . Por último, una tercera deficiencia de tales instituciones, es su estado casi siempre de incertidumbre que es adquirida de sus miembros.
Simon acepta que “La Racionalidad Limitada” es consecuencia de los límites del sujeto cognoscente. En el primer problema, “Límites de la atención”, conviene considerar que muchas personas prefieren no preocuparse por las cuestiones políticas por motivos éticos. Por ejemplo, en la sociedad colombiana, muchas veces se concibe al hombre político como un hombre “corrupto”, “ladrón”, etc. Independientemente que esto sea cierto ó no, con el tiempo, personas que participaban activamente en la política como los candidatos a ejercer cargos públicos, por temor a ser ó por evitar que su familia sea señalada como corruptos ó ladrones, prefieren dedicarse a otras actividades, porque también quieren evitar caer en la vergüenza, ó que se les trate indignamente. Esto agudiza la natural incapacidad de comprender todos los problemas públicos, pues se estimula, paralelamente, que los ciudadanos mantengan un ritmo de ensimismamiento que les desprenda de la voluntad y el interés general.
Situación semejante puede ser la del elector público, quien prefiere no comprender nada con respecto a los bienes públicos. A medida que se le habla de corrupción, su identidad con las cuestiones públicas se, a falta de otra palabra, marchita progresivamente, hasta llevarle al desinterés total. Tal vez por esto se escuche por ahí “¿Yo para qué voto si todos los políticos son corruptos? Dado esto, podemos culpar a las instituciones que no tienen mecanismos que depuren ese perjudicial smoke de la aversión a lo público .
En cuanto al segundo problema “Valores múltiples”, las particularidades de todos y cada uno de los seres humanos, es muy difícil sistematizarlas . El thymos varía siempre, aunque la tendencia, según Fukuyama, es a que permanezcan iguales (o todos “isothymicos” ó todos “megalothymicos”. Una tercera posibilidad es ser reconocido como un ser inferior. ¿Es acaso común esto?. Por ello aquí no se tiene en cuenta). Como bien dice Simon: “No hay peligro de alcanzar un estado estable en nuestra sociedad, ni en cualquier otra, en el que todos los problemas hayan sido resueltos” , igual se aplica para el thymos entre los hombres.
Por último, en el problema de la “Incertidumbre”, Simon dice: “(…) es por esto (por la incertidumbre) que tenemos grandes dificultades en ponernos de acuerdo sobre la vía de acción que hay que seguir” . A esto hay que sumar el problema del hacia “dónde” se debe ir. Si lo “óptimo” es conseguir, por ejemplo, la libertad y la igualdad entre los hombres, considerar si el Socialismo, la Democracia ó la Social-Democracia es la vía que se “debe” tomar, será algo difícil de acordar. Creo que ni el thymos ni la Racionalidad Limitada pueden dar sobre esto cierta certeza, pues como diría Keynes, en el largo plazo lo único cierto es la muerte.

3. Consideraciones finales.

El individualismo metodológico ha dado al pensamiento económico un desarrollo magnífico de las interpretaciones del comportamiento del homo economicus. Sin embargo, dado su carácter, muchas de sus observaciones requieren de abstracciones sobre el determinismo posible de la sociedad en los individuos. El thymos, al igual que la condición de racionalidad, como brillantemente Simon lo expone, está definido en cierto sentido por las estructuras de la sociedad. De estas dos características del hombre, seriamente distintas y evidentes, se le ha excluido a la primera del marco de explicación sin razón alguna.
En ningún momento aceptaré que las apreciaciones aquí consideradas son las mejores interpretaciones ni las mejores críticas a tan profundas autoridades del pensamiento económico, mucho menos que están exentas de errores, aceptar esto sería ciertamente ¡indiscutiblemente erróneo!; sólo he querido considerar algo, por lo menos para mí, relevante, esperando que para alguien más lo sea. Cuando fui asaltado por la preocupación de la pregunta ¿Por qué no se ha hablado del Thymos, por lo menos en las apreciaciones que yo he leído sobre teoría económica moderna?, asumí dos repuestas: ó simplemente no me he topado con ellas, ó la consideración de la no utilidad de esa parte del alma en términos materiales, es como bien recuerdo un Profesor, “no es posible contemplarlas en la “Economía Estándar””. Aunque reconozco, porque me lo han hecho saber, hay elementos muy interesantes en el estudio del capital social.
Es bien sabido que el utilitarismo del siglo XIX contribuyó a establecer las características del ya llamado homo economicus, donde el carácter de ser racional y la siempre búsqueda de mejorar los niveles de utilidad (¿ó de bienestar?) han sido sino el único, el más sobresaliente entre todos los objetivos de tal hombre. Pero como he mostrado, (aclaro, no demostrado, yo aquí sólo he expuesto temas tratados), podría ser conveniente atar de alguna manera otras actitudes del hombre de manera explícita y bien diferenciada en sus teorías. Hablar de “Racionalidad limitada”, puede contemplar algo de las concepciones thymoticas.
Casualmente, en la lista de quienes han tratado el thymos ó algo semejante, hombres como Platón, Hegel, Rousseau, Kojéve, Nietzsche, Fukuyama, Hobbes, Locke, entre otros, han tenido un perfil filosófico; y Adam Smith, al que nos hemos acostumbrado a llamar el padre de la economía moderna, antes de ser un economista, fue un filósofo, de esos que buscan interpretar el comportamiento del hombre. Espero algún día, los economistas metan la mano en ese balde grande que se llama filosofía, y se saque de la penumbra, nuestras otras partes y necesidades del alma (me refiero a las no materiales) para enmarañarlas en los finos telares de sus teorías económicas.









Bibliografía.

- Libros:

• ARISTOCLES (PLATÓN). LA República (390-385 a.C.). Ediciones Universales. Bogotá, Colombia. 1982.
• FUKUYAMA, Francis. El fin de la historia y el último hombre (1989).
• HOBBES, Thomas. Leviatán. (1651)
• SCHMITT, Karl. El concepto de lo político (1932)
• MARX, Karl. Contribución a la Crítica de la Economía Política.

- Artículos:

• BUCHANAN, James. Elección Pública: Génesis y Desarrollo de un Programa de Investigación (2003). Revista Asturiana de Economía.
• OLSON, Mancur. La lógica de la Acción Colectiva (1998). Tomado de SAIEGH, Tommasi. La nueva economía política. Racionalidad e instituciones. Ed. Universitaria de Buenos Aires.
• SIMON, Herbert. Los Procesos Racionales en las Cuestiones Sociales en Naturaleza y Límites de la Razón Humana (1989) FCE. Ciudad de México, México. Págs. 97-137.
• STIGLITZ, Joseph. Mejorando la eficiencia y la capacidad de respuesta del sector público: lecciones de la experiencia (2002) Revista del CLAD Reforma y Democracia Nº 22. Pág. 13.

jueves, 20 de septiembre de 2007

UNA RESPUESTA DESDE LA TEORIA DE LA ELECCION PÚBLICA AL PROCESO DE GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA

POR: RAMIRO PINZON ASELA*

EL FUNDAMENTO ECONÓMICO EN LA TEORIA DE LA ELECCION PUBLICA
Los teóricos James Buchanan y Gordon Tullock se propusieron a partir de presupuestos económicos participar en el debate contractualista de los procesos políticos. Esta teoría propone la política como un juego en términos de intercambio en la medida en que se busque obtener utilidades para todos los implicados en el proceso. Ellos se interesan por explicar desde una teoría de cálculo egoísta los beneficios que podrían obtenerse si se busca conciliar los intereses individualistas con las necesidades colectivas.

La acción colectiva debe estar, según nuestro postulado, compuesta de acciones individuales… Nuestra teoría arranca de la acción y la toma de decisiones del individuo en cuanto a que él participa en los procesos a través de los cuales se organizan elecciones de grupos… El individuo representativo de nuestros modelos puede ser egoísta o altruista o cualquier combinación de esto.
Nuestra teoría es “Económica” sólo en tanto que supone que los distintos individuos son individuos diferentes, y como tales, probablemente tienen distintos objetivos y propósitos con respecto a los resultados de la acción colectiva.1
Los autores acuden a Hume para sustentar los orígenes de su teoría de la obligación política desde su perspectiva economicista. Al respecto dicen: La obligación subsecuente del individuo para acatar las decisiones tomadas por la colectividad, en la medida en que éstas se alcanzan constitucionalmente, estriba en su obligación para cumplir el contrato una vez hecho. Esta base de la obligación Política tropieza con una dificultad inmediata tan pronto como se establecen reglas constitucionales que se aplican a los individuos distintos de los que pudieran haber tenido parte en el contrato original. En este aspecto donde parece que las concepciones de David Hume son más útiles, y parece que tienen mucho en común con las nuestras. Nuestro análisis básico del cálculo de individuo al elegir entre las reglas organizativas alternativas, al seleccionar una constitución política, ha demostrado que a menudo servirá al propio interés racional del individuo el seleccionar una regla particular que se puede predecir que produzca resultados, en alguna ocasión contrarios del interés propio del individuo calculado dentro de un espacio de tiempo más corto… A este respecto nuestro precursor inmediato es Hume, quien con éxito fue capaz de basar la obligación política… en el interés egoísta.2
Buchanan y Tullock consideran que lo que conduce al individuo a asociarse y a tomar decisiones políticas con otros individuos es el
cálculo de costos y beneficios. Para ello establecen una distinción entre costos externos, costos de toma de decisiones y costos de interdependencia social; el primero son aquellos costos que el individuo espera soportar como resultado de la acción de los otros y sobre los cuales, él en particular, no tiene control; el segundo son aquellos costos en que el individuo espera incurrir como resultado de su propia participación en una actividad organizada; y el tercero es la suma de los costos externos y de los costos de toma de decisiones, los cuales el individuo racional tratará de reducir a la cifra más baja.3 Teniendo en cuenta esta diferenciación de conceptos se deduce fácilmente que lo que determina la cooperación entre los individuos es el cálculo de los costos de interdependencia social en tanto que todos tienen la posibilidad de ganar.
En la teoría de la Acción Colectiva se destaca el individualismo metodológico, el cual concibe a los individuos como los únicos responsables iniciales y finales de las decisiones tanto de grupo como privadas. El individualismo metodológico recoge la hipótesis económica que dice que el individuo promedio cuando se enfrenta a una elección real de intercambio, elegirá más en vez de menos. El punto de partida del Individualismo Metodológico es el cálculo, cálculo racional, pero egoísta que explica las motivaciones del individuo tanto en la esfera de lo individual, como en la pública. Como se encargan de demostrar en el Individualismo Metodológico, el cálculo racional que explica las decisiones particulares es aplicable cuando se trata de las relaciones políticas y económicas, y por tanto no se establece ninguna esquización del individuo que vive y trabaja, ya que se desenvuelva en la esfera de lo doméstico, como de lo público.4
La teoría de la Elección Pública retoma dos reglas máximas de decisión utilizadas en las modernas democracias: La regla de la mayoría simple y la regla del consenso. La regla de mayoría simple permitirá equilibrar las diferencias que puedan surgir en cuanto que una decisión beneficie más a unos que a otros y esa minoría no tendría que asumir el costo total de dicha determinación. La segunda, llamada también decisión por unanimidad, implica que o bien los costos externos, o bien los costos internos se reducen enormemente de tal manera que todos estarían de acuerdo en decidirse por una u otra determinación. Se ve claramente que la regla de mayoría simple es la regla que es necesario utilizar en las decisiones en las que no estan de acuerdo todos los participantes y en donde la minoría debe aceptar las decisiones de la mayoría sin que les desmejore su situación.5
LA TEORIA DE LA ELECCION PUBLICA: UNA POSIBLE SOLUCION AL PROCESO DE GLOBALIZACION.
En su propuesta teórica Buchanan y Tullock conciben al individuo, económica y políticamente en condiciones de desigualdad y es esa desigualdad lo que lo induce a llegar a un contrato, pues si esas condiciones fueran para todos iguales no habrían conflictos y de hecho no tendríamos teorías que buscan ir dando posibles respuestas a los mismos. La teoría de la Elección Pública es eminentemente individualista y considera a cada individuo participante en los procesos políticos como autónomo y con la capacidad para tomar la decisión que más ha de convenir a todos. Según la teoría de la Elección Pública si los intereses individuales son tan encontrados que no es posible la construcción de un consenso, no hay por que - si se tratará de concurrentes racionales - bloquear cualquier arreglo, sino que se puede aplicar el cálculo de costos y ganancias para lograr una decisión que beneficie a la mayoría de los ciudadanos.6
Desde esta perspectiva, el individuo se verá obligado a cooperar para resolver problemas políticos para todos los participantes procurando la reducción de los costos. Bajo el sistema en el que estamos insertos, donde cada vez el capital es el que media determinantemente en las interrelaciones sociales y los individuos
cada vez están más conquistados por la cosificación que produce el medio, una alternativa probable puede llegar a ser la de conciliar los intereses de cada uno para no terminar eliminándose a sí mismos o entre sí.
Me preocupa enormemente la imposición de un pensamiento único como el que han referenciado Ignacio Ramonet, Noam Chomsky, I. Ward y J. F. Kant y que ha sido desarrollada por Ricardo Petrella, profesor de la Universidad de Lovaina en su trabajo titulado “Las Nuevas Tablas de La Ley”, y ha sido expresado por George Verstrynge y A. Martín Beaumont de la siguiente manera:
Mundialización de las finanzas, del capital, de los mercados, de las empresas y su estrategia.
Adaptación a las revoluciones científicas y tecnológicas en los ámbitos de la energía, materiales, biotecnología y comunicaciones, teniendo en cuenta que se trata de innovaciones de procedimiento y fabricación y no tanto de productos, lo cual acarrea pérdida de puestos de trabajo.
Todo lo anterior obliga a la ultracompetitividad… y ello a todos.
Hay que ir a un espacio mundial único en el que no tendrán sitio ni protección de ninguna clase.
Para ello, hay que desregular los mecanismos de dirección y orientación de la economía. No le toca mandar esto ni al ciudadano, ni al Estado, sino al productor, al consumidor y a los financieros. El Estado no es más que un notario que toma acta.
Y finalmente : Privatización al máximo de la estructura económica.7
Siendo coherente con los anteriores principios, que no son otros que sobre lo cual se elabora toda una política de globalización de la economía y la deshumanización del ser humano, puesto que lo imperante, es que el ciudadano se ha sustituido por el productor, distribuidor y consumidor aplicando la ley de la rentabilidad y la ganancia trayendo como consecuencia la agudización de los conflictos sociales y eliminando cualquier tipo de concertación para la solución de los mismos.
Vistas así las cosas y teniendo en cuenta que el aspecto económico es determinante en el mundo social, los presupuestos economicistas con los que la Teoría de la Acción Colectiva propone mediar, pueden llegar a convertirse en las soluciones eficaces entre los individuos guiados por el cálculo egoísta en medio de la catarsis y el caos en que se vive en esta repugnante modernidad.
EL Autor Es Especialista en Filosofía Politica UIS- Universidad de Antioquia

martes, 18 de septiembre de 2007

LA GLOBALIZACION DE LA INDUSTRIA CULTURAL
POR: RAMIRO PINZON ASELA*
4.1LA INDUSTRIA CULTURAL: UN CONTENIDO VACIO.
El propósito del presente ensayo, es el de realizar algunas reflexiones sobre el tema de la Industria cultural desarrollada por Max Horkheimer y Theodoro W. Adorno en su obra “La Dialéctica de la Ilustración” en donde plantea que el mundo entero es conducido a través del filtro de la industria cultural. La industria cultural fija positivamente, mediante sus prohibiciones, su propio lenguaje, con su sintaxis y su vocabulario. Inevitablemente, cada manifestación particular de la industria cultural hace de los hombres aquello en lo que dicha industria en su totalidad los ha convertido. Y todos los agentes de ésta, desde el productor hasta las asociaciones femeninas, velan para que el proceso de la reproducción simple del espíritu no lleve en modo alguno a una reproducción ampliada.1
La Industria Cultural ha hecho que la estética se llene de contenidos pavorosos. La traducción estereotipada de todo incluso de aquello que aún no ha sido pensado, en el esquema de la reproductibilidad mecánica supera el rigor y la validez de todo verdadero estilo, con cuyo concepto los amigos de la cultura idealizan como “orgánico” el pasado precapitalista. La cultura marca hoy todo con un rasgo de semejanza. Cine, radio y revistas constituyen un sistema. Cada sector está armonizado en sí mismo y todos entre ellos. La racionalidad técnica es hoy la racionalidad del dominio. Es el carácter coactivo de la sociedad alienada de sí misma. El cine y la radio no necesitan ya darse como arte. La verdad de que no son sino negocio les sirve de ideología que debe legitimar la porquería que producen deliberadamente. Se autodefinen como industrias, y las cifras publicadas de los sueldos de sus directores generales eliminan toda duda respecto a la necesidad social de sus productos.2
La televisión, el cine, la radio, la prensa, las revistas como medios masivos de información, buscan la uniformidad del pensamiento como “obras de arte total”. En el proceso total se integra todos los elementos de la producción, desde la trama de la novela pensada ya con vistas al cine hasta el último efecto sonoro.3 Es decir, el poder de los “mass medias” es de tal magnitud que prevee, calcula, realiza y dispone de la producción que mejor convenga a su propia racionalidad instrumental que le permita alienar más y más para perpetuarse en su pedestal.
Se puede siempre captar de inmediato en una película, como terminará, quién será recompensado, castigado u olvidado; y, desde luego, en la música ligera el oído ya preparado puede adivinar, desde los primeros compases del motivo, la continuación de éste y sentirse feliz cuando sucede así efectivamente. El número medio de palabras de una historia corta es intocable. Incluso los gags, los efectos y los chistes están calculados como armazón en que se insertan. Son administrados por expertos especiales y su escasa variedad se deja distribuir en lo esencial, en el despacho. La industria cultural se ha desarrollado con el primado del efecto, del logro tangible, del detalle técnico sobre la obra, que una vez era la portadora de la idea y fue liquidada con ésta.
El detalle, al emanciparse, se había hecho rebelde y había erigido desde el romanticismo hasta el expresionismo, en expresión desenfrenada, en exponente de la rebelión contra la organización.
El efecto armónico aislado había cancelado en la música la conciencia de la totalidad formal; el color particular en la pintura, la imposición del cuadro; la penetración psicológica en la novela, la arquitectura de la misma. A ello pone fin, mediante la totalidad, la industria cultural. Al no conocer otra cosa que los efectos, acaba con la rebeldía de estos y los somete a la forma que sustituye a la obra. Ella trata por igual al todo y a las partes.4
El principio de “siempre lo mismo” regula también la relación con el pasado. La novedad del estadio de la cultura de masas respecto al estadio liberal tardío consiste justamente en la exclusión de lo nuevo. La máquina rueda sobre el mismo lugar. Mientras, por una parte, determina ya el consumo, descarta, por otra, lo que no ha sido experimentado como un riesgo… Nada debe quedar como estaba, todo debe transcurrir incesantemente, estar en movimiento. Pues sólo el triunfo del ritmo universal de producción y reproducción mecánica garantiza que nada cambie, que no surja nada sorprendente… La diversión todos los elementos de la industria cultural se han dado mucho antes que ésta. Ahora son retomados desde lo alto y puestos a la altura de los tiempos. La industria cultural puede vanagloriarse de haber llevado a cabo con energía y de haber ergido en principio la, a menudo, torpe transposición del arte en la esfera del consumo y de haber liberado a la diversión de sus ingenuidades más molestas y de haber mejorado la confección de las mercancías… La pureza del arte burgués, que se hipostasió como reino de la libertad en oposición a la praxis material, fue pagada desde el principio al precio de la exclusión de la clase inferior, a cuya causa - la verdadera universalidad - el arte sigue siendo fiel justamente liberando de los fines de la falsa universalidad. El arte serio se ha negado a aquellos para quienes la miseria y la opresión de la existencia convierten la seriedad en burla y se sienten contentos cuando pueden emplear el tiempo durante el que no están atados a la cadena en dejarse llevar. El arte ligero ha acompañado como una sombra al arte autónomo. Es la mala conciencia social del arte serio. Lo que éste tuvo que perder de verdad en razón de sus premisas sociales confiere a aquel una apariencia de legitimidad. La escisión misma es la verdad: ella expresa al menos la negatividad de la cultura a la que dan lugar, sumándose, las dos esferas. Y esta antítesis en modo alguno se puede conciliar acogiendo el arte ligero en el serio, o viceversa. Pero esto es justamente lo que trata de hacer la industria cultural. La excentricidad del circo, del museo de cera y del burdel con respecto a la sociedad le fastidia tanto como la de Schönberg y de Karl Kraus… Pero lo nuevo esta en que los elementos irreconciliable de la cultura, arte y diversión, son reducidos, mediante su subordinación al fin, a un único falso denominador: a la totalidad de la industria cultural. Esta consiste en repetición.5
Cuanto más sólidas se vuelven las posiciones de la industria cultural, tanto más brutal y sumariamente puede permitirse proceder con las necesidades de los consumidores, producirlas, dirigirlas, disciplinarias, suprimir incluso la diversión: para el progreso cultural no existe aquí límite alguno… La industria esta interesada en los hombres sólo en cuanto a clientes y empleados suyos y, en efecto, a reducido a la humanidad en general y a cada uno de sus elementos en particular a esta fórmula que todo lo agota… Cuanto menos tiene la industria cultural que prometer, cuanto menos es capaz de mostrar la vida como llena de sentido, tanto más vacía se vuelve necesariamente la ideología que ella difunde.6
4.2UNA BREVE REFLEXION SOBRE LA GLOBALIZACION DE LA INDUSTRIA CULTURAL.
Los “medios de comunicación” han sido parte fundamental dentro del sistema imperante que han llegado a convertir al ser humano, y así le han vendido la idea, de que es un medio, un objeto, una cosa que fácilmente puede ser utilizado para lograr la dominación y los resultados rentables esperados por el sistema.
El hombre moderno que se mueve entre los “mass media” carece de identidad personal, cultural, es un hombre masa sin conciencia crítica. En este tipo de hombre ha triunfado la racionalidad instrumental, ésta ha permitido que los medios de comunicación universalicen la ideología dominante.
Es un hombre que no dispone de sí mismo, que se ha dejado seducir por lo espectacular, lo deslumbrante. La imagen, los efectos, los sonidos le han quitado su capacidad creadora, lo han conquistado, lo han desarmado de su capacidad de pensamiento y lo han hecho sutil a sus preceptos.
La industria cultural ha reducido lo estético, el arte en todos sus aspectos, a la repetición desproporcionada del mismo guión para el cine, la radio y la televisión, a la frase con contenidos vacíos en las revistas, en los periódicos. La imagen o la palabra que golpea la mente es la imagen y la palabra teatral, que gusta, que satisface la sed de poder que no podemos contener. Significa más al público una película de terror o de violencia que una obra de teatro o de títeres que estéticamente sea digna de admirar.
Evidentemente los medios de comunicación, han dejado de ser, o mejor aún, nunca ha sido eso MEDIOS DE COMUNICACIÓN, es decir, no han permitido la comunicación entre todos de igual a igual, el oyente no tiene otra opción que obedecer y convencerse de lo que el hablante dice, pues éste lo persuade con su palabrería y le bloquea cualquier intento reflexivo. Además, de que el oyente queda inmóvil ante un medio o un instrumento que no permite la continuación del proceso, del diálogo, sino que sencillamente lo transforma en un sector pasivo, no lo convierte en su interlocutor. Es en sentido que los medios de comunicación son más bien sólo medios de información.
A pesar de que los del poder visible - clase dominante - impongan la universalización de una industria cultural que idiotiza, que ciega, que pudre a través de códigos que expectacularizan crudamente un mundo único; en los de sin poder, representados en los poetas, en el arte callejero de bohemios sufre una respuesta esperanzadora.
El autor es especializado en Filosofía Politica: UIS-Uní Antioquia
1 KORKHEIMER, Max y ADORNO, Theodor. La Dialéctica de la ilustración. Edic. Suramericana. 1972. Pg.171 y s.s.
2 Ibid. Pg 165 y s.s
3 Ibid. Pg.169
4 Ibid. Pg. 170
5 Ibid. Pg.179 y s.s.
6 Ibid. Pg.189 y s.s.

Profesor Catedra ILICITUD PENAL II .RAMIRO PINZON ASELA
ESTUDIOS REALIZADOS:Doctor en Derecho y Ciencias Sociales año Universidad Libre de Colombia, Bogotá 1972EspecializacionesPosgrado: En Derecho Administrativo Universidad Santo Tomás de Bucaramanga, l993.Posgrado en Filosofía Política Contemporánea, convenio Universidad de Antioquia- Universidad Industrial de Santander UIS - 1.996.Posgrado: Instituciones Juridico Penales Universidad Nacional año 2000Diplomado; Docencia Universitaria Universidad del Cauca año 2004Diplomado: De Conciliación Universidad UCC- BucaramangaCURSOS DE CAPACITACIÓN:Derecho Procesal, dictado por el Instituto Colombiano de Derecho Procesal,Medellín, l979.Seminario de Derecho Administrativo, ESAP, l984.Actualización jurídica, Escuela Rodrigo Lara Bonilla, Moniquirà l988.Derecho Administrativo Universidad Santo Tomás, l989.Derecho Administrativo para asesores jurídicos departamentales, organizado por la Gobernación de Santander, l989Contratación administrativa, UIS y ESAP l993 - l994.Universidad Externado de Colombia, sobre derecho penal y criminología, Bogotá, l98l.Narcóticos, Embajada de los Estados Unidos, l982.Actualización judicial, Escuela Rodrigo Lara Bonilla, l989.Octava conferencia Internacional de las Naciones Unidas, sobre Criminología, La Habana, Cuba, l990.Delitos Financieros, de la Escuela de Investigación Criminal y Criminalistica, Fiscalía General de la Nación, 1995.Escuela de Investigación Criminal y Criminalística, Fiscalía General de la Nación, ¨FRAUDE A TRAVÉS DE COMPUTADOR¨, 1995.
EXPERIENCIA LABORAL:Ejercicio profesional de la abogacía en Bogotá l972 - l973Juez Civil Municipal de Rionegro, Santander, l973 - l974.Juez Séptimo Civil Municipal de Bucaramanga, l974 - l976.Fiscal Primero del Juzgado Superior de Bucaramanga, Procuraduría General de la Nación l976 - l992.Fiscal Delegado ante los señores Jueces Penales del Circuito en Bucaramaga: Fiscalía General de la Nación, l992 a 2001Magistrado Consejo Seccional de laJudicatura sala Disciplinaria. Departamentos del Cauca y Santander 2001 al 2006EXPERIENCIA DOCENTE:Docente titular Derecho Agrario, Universidad Santo Tomás Bucaramanga.Docente Derecho Procesal Civil, Universidad Santo Tomás de Bucaramanga.Docente de Práctica Penal, Universidad Autónoma de Bucaramanga.Docente de Contratación Pública en la Escuela Superior de Administración Pública ESAP 1.994Docente Universidad Industrial de Santander titular Derecho Constitucional 2000Conferensista. Facultad de filosofìa y derecho Universidad del Cauca años 2001 a 2004 y de Mecanismos alternativos de solución de conflictosDocente: de Etica Profesional- UIS-2005Docente. ILICITUD II Escuela de Derecho UISDocente: Diplomados De Conciliación. Camara de Comercio y UCC.
PUBLICACIONES:Derecho Probatorio, tesis de grado ¨Prueba indiciaria¨Universidad Libre l972

Prohibido Olvidar

Por Rubén Blades
Prohibieron ir a la escuela e ir a la universidad
prohibieron las garantíasy el fin constitucional.
Prohibieron todas las ciencias,excepto la militar.
Prohibiendo el derecho a queja,prohibieron el preguntar.
Hoy te sugiero mi hermano,pa'que no vuelva a pasar,
¡prohibido olvidar!
¡Prohibido olvidar!
Prohibido esperar respuestas,prohibida la voluntad.
Prohibidas las discusiones,prohibida la realidad.
Prohibida la libre prensa y prohibido el opinar.
Prohibieron la inteligencia con un decreto especial.
Si tú no usas tu cabeza,otro por ti la va a usar.¡Prohibido olvidar!
¡Prohibido olvidar!
Prohibido el derecho a huelgay el aumento salarial.Prohibieron ir a la calle y al estado criticar.
Prohibieron reírse del chiste de su triste gobernar.
Prohibieron el desarrollodel futuro nacional.
Yo creo que la única formade darle a esto un final es:
¡Prohibido olvidar!
¡Prohibido olvidar!
Prohibieron los comentarios sin "visto bueno" oficial,
prohibieron el rebelarse contra la mediocridad.
Prohibieron las elecciones y la esperanza popular.
Y prohibieron la conciencia al prohibirnos el pensar.
Si tú crees en tu bandera y crees en la libertad:
¡Prohibido olvidar!
¡Prohibido olvidar!
Pobre del país donde lo malo controla,
donde el civil se enamora de la corrupción.
Pobre del país alienado por la droga,
porque una mente que afloja, pierde la razón.
Pobre del país que, con la violencia, crea que puede matar la idea de su liberación.
Pobre del país que ve la justicia hecha añicos por la voluntad del rico o por orden militar.
Cada país depende del corazón de su gente.
Y un país que no se vende,nadie lo podrá comprar.
¡No te olvides!
¡No te olvides!